domingo, 25 de mayo de 2008


Aposté todo lo que tenía en ese amor,
Me jugué por entero la vida sin temor,
Yo tenía las cartas más altas, era ganadora,
No podía perder, no podía, no señor. . . !
No hubo trampas, ni suyas ni mías, sólo amor,
En la mesa tan sólo había comprensión,
Pero un día cambió nuestro juego sin razón,
Y el error nos costó la partida, y todo se perdió.

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